Archivo de la etiqueta: educación

Recuerdos 5

Miedo

Entré en el portal con el paraguas en la mano recorriendo el rastro de gotas en dirección a los buzones dejado antes por otros. Abrí el mio. Estaba lleno de propaganda que fui hojeando mientras esperaba el ascensor. Comida a domicilio, ofertas de clínicas dentales, de viajes. Ya son muy pocas las cartas que llegan por correo. Ni siquiera escribe el banco. Sin embargo, siempre tengo la esperanza de que me lleguen cartas como antaño.

El folleto de las ofertas de viajes destacaba por su colorido y su tamaño. Cada año madrugan más, pensé. A punto estaba de soltar la propaganda en la papelera colocada junto a los buzones, cuando entreví que uno de los destinos incluido era Cerdeña. Cerdeña, la Costa Esmeralda, las ruinas fenicias y romanas. ¿Por qué sabía esa cosas de la isla?

La primera vez que oí hablar de la Costa Esmeralda fue en Alemania. De eso hacía mucho tiempo, poco después de la caída del muro de la vergüenza, como también se conocía el muro que dividía la ciudad de Berlín en dos. Fue durante un curso de didáctica de la enseñanza de la lengua alemana. En aquel grupo coincidimos profesores de muy diferentes nacionalidades europeas, africanas y asiáticas. Todos nos sentíamos unidos por la profesión y el alemán. La experiencia de poder entendernos en la lengua común más allá de los idiomas, nacionalidades y costumbres, incluso hablar sobre temas que rozaban lo personal, originaba el sentimiento casi lírico de que el mundo es muy, muy pequeño y predispuesto a entenderse.

Francesca era sarda. Su acento daba al alemán una musicalidad italiana muy atractiva. De mediana estatura, en la treintena, morena de melena corta y mirada inteligente. Su participación era discreta, pero sus intervenciones estaban marcadas por la seguridad de su voz ligeramente grave, de mezzosoprano con inflexiones de contralto, tal como el imaginaro atribuye a las mujeres del sur de Italia. La sonrisa cambiaba la expresión de su rostro, como si dejara asomar una segunda personalidad divertida y vital. Sigue leyendo

Recuerdos 4

El roquero solitario

 

Lejos, atravesado en mitad del camino, estaba tumbado un joven. De vez en cuando se incorporaba, miraba a los lados y de nuevo se volvía a tumbar contemplando las nubes en el cielo azul. El camino era ancho, faldeaba con poco desnivel por la garganta del río Manzanares entre Hoyos de Manzanares y Colmenar Viejo. A la izquierda el talud, a la derecha el barranco excavado por el agua montaraz del río.

Había salido de casa de mal humor. Su relación con Luisa no fluía, no le resultada fácil entenderse con ella, sentía que le dejaba sin energía. El mejor remedio que conocía para ventilar los sentimientos que generan rencor y agresividad era caminar.

Suponía que aquel muchacho se incorporaría al él acercarse y le dejaría el camino libre. Pero no era así, se movía, se sentaba, pero no se quitaba de en medio del camino. Su mal humor se focalizó en el comportamiento de aquel adolescente que no era capaz de respetar la más elemental regla de la convivencia en el campo y que parecía dispuesto a hacerle pasar al borde del barranco.

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Recuerdos

Los recuerdos vuelan, vuelan como mariposas. Es un vuelo errático, impredecible, secundando la brújula del capricho. Los recuerdos surgen tímidos, suaves, como fondo de una escena aun inesperada. Otros llenan el primer plano con intensidad evocando sentimientos de rencor, de desconcierto, de ansiedad, de vergüenza, de venganza … Nos hacen sonreír con ternura, evocan situaciones de éxito, de triunfo sobre un competidor. Y todo de modo caprichoso, arbitrario, casi siempre ajeno a nuestra voluntad. Con frecuencia, contra ella, dependiendo siempre de donde se pose la mariposa.

El bolígrafo BIC Cristal, ya sabes, un BIC con carcasa transparente y capuchón azul, vuela a través del tiempo mientras lo giro entre los dedos. Su transparencia mate sin reflejos me lleva lejos, a la Cuba de los años 90. La caída de la Unión Soviética y el final de las ayudas habían provocado un nuevo “periodo especial”. Ese era el contexto en el que tres amigos decidimos hacer un viaje a la perla del Caribe. En nuestro equipaje metimos, entre otras cosas, una caja de endeble cartón amarillo con el dibujo de un bolígrafo BIC de punta fina, de carcasa amarilla y capuchón azul, porque supusimos que duraban más.

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365 días (5)

31 de mayo de 2016

El viaje ofertado por la Comunidad de Madrid a China toca a su fin. Once días y nueve noches. El calor, la humedad y la dieta, en la que el arroz blanco parece haber suscitado fobias en alguno de los compatriotas, dejan al descubierto enfrentamientos, posiblemente solo ganas de protestar como lo hacen los niños chicos. Protestas exageradas por incomodidades que no merecen su mención, seguramente olvidadas a los tres días de pisar suelo patrio.

El grupo es una metáfora perfecta de por qué es difícil que funcione la democracia en nuestro país. Todos opinan, critican, pero ninguno acepta la opinión de los demás, aunque coincida con la propia, se exponen quejas personales como si fueran el sentir de la mayoría. Y lo que es peor, se culpa a la falta de liderato del pobre guía, un muchacho de 28 años con gastritis que, para facilitarnos las cosas, se hace llamar Alejandro y que busca la manera de que todo el mundo se encuentre bien y contento, ignorando que cuando los españoles salimos al mundo exigimos como si fuéramos parte de la nobleza y estuviéramos acostumbrados a tener servicio.

Alejandro nos da consejos para controlar la ira y el enfado, los dos principales elementos que provocan la enfermedad. Nos dice que debemos evitar que los tambores no resuenen en nuestro ánimo y anulen los demás sonidos y pensamientos.

Quizás hayan sido estos consejos lo más positivo del viaje.

26 de junio de 2016

Elecciones generales. Con seguridad, una de las experiencias peores del año: comprobar que los resultados de elecciones democráticas no reflejan la voluntad del país. De una parte, las medidas que favorecen a los grandes partidos, de otra, los políticos incapaces de dialogar y pactar más allá de sus intereses. También hay que incluir a los partidos de izquierda. La decepción ha sido profunda. Las opiniones sucesivas de los tertulianos, estomagantes.

02 de julio de 2016

Es la primera celebración del Día del Orgullo bajo el mandato de la alcaldesa Manuela Carmena.

Cojo la máquina y salgo a la calle a hacer fotos. Reconozco que hay algo esperpéntico en algunas de las figuras que me resulta especialmente atractivo. La valentía de los participantes, por mucho que esté impulsada por la provocación y el exhibicionismo, es grande.

Entre el público que espera el desfile encuentro a una madre que acompaña a su hijo. Un poco más adelante, un padre acompaña a su hija. ¡Cómo me alegro por estos adolescentes! Espero que en las convocatorias sucesivas se multiplique el número de padres y madres con el coraje de apoyar a sus hijos en momentos tan complicados, como es el reconocimiento público de la homosexualidad. Me parece un síntoma de cambio muy profundo.

Ya no recuerdo bien si fue el padre o la madre quien dijo que “hay que apoyar”. Me conmueve.

Colores

Los abuelos son una parte muy importante en la familia. Tienen lo que, muchas veces, los padres no pueden dar: tiempo, experiencia y capacidad para relativizar la importancia de las cosas. Además, son la memoria familiar de hechos que el olvido ha convertido en secretos. Por desgracia, no todo el mundo ha tenido la suerte de conocer a sus abuelos, como Malaquías. Hasta su ingreso en la universidad convivió, disfrutó de la presencia y de la conversación de su abuelo, el padre de su padre. Sigue leyendo

La ilusión de todos los días

Malaquías empezó jugando a la lotería como cualquiera de nosotros, con la ilusión de tener suerte, de poder permitirse algún capricho, de no estar pendiente del saldo de la cuenta del banco. Su fe en la suerte era limitada, como correspondía a los resultados. Durante muchos años había comprado un solo décimo en las fechas tradicionales, los sorteos de Navidad y de El Niño. Inicialmente le bastaba un décimo, pero pronto tuvo que comprar hasta tres y cuatro porque, para aumentar las posibilidades de que le tocara algo de cualquiera de los suculentos premios, intercambiaba pequeñas cantidades de dinero con familiares y amigos a modo de participaciones. De esa manera jugaba cinco euros en multitud de números. Sin embargo, la suerte se negaba a sonreírle, a mirarle, cuanto menos a tocarle. A los pocos años varios amigos y familiares declinaron intercambiar números de lotería con él sospechando que era gafe.2febrero1 Sigue leyendo

Fracasado

Los fracasados son los que no tienen éxito y, por desgracia, se empieza muy pronto a no triunfar. Ocurre ya en la edad de escolaridad obligatoria, cuando el alumno no consigue llegar al nivel de suficiente. Ese es un nivel que la sociedad ha convenido en acordar para tener un puesto y desarrollar una actividad, para pagar los impuestos y contribuir a su enriquecimiento social y al crecimiento personal. Antes de que te des cuenta, tienes la obligación adquirida de conseguir una serie de metas que los padres, de manera libre o por presión social y familiar, consideran que son imprescindibles para ser una persona de bien, para gozar de la felicidad que acompaña al éxito social, aunque en el empeño haya que olvidarse de quién eres. Sigue leyendo

Las dependencias

La felicidad no es cosa de tomársela a risa. La felicidad es uno de los anhelos del ser humano tan complejos, tanto como la libertad, el amor, la amistad, la justicia, la belleza y otros ideales semejantes difíciles de aprehender, más de explicar e imposible de renunciar. Intentando saber qué es la felicidad, me voy a los gruesos tomos de la enciclopedia casera que más de una vez me ha sacado de apuros, pero esta vez me encuentro con que la felicidad consiste en 1. El estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien, 2. Satisfacción, contento y 3. Suerte feliz. Ninguna de las acepciones me satisface especialmente, incluso la última, la suerte feliz, me sugiere asociaciones con la comida china. Sigue leyendo